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¿Quienes somos? ¿Por qué llegamos? todo esta acá y en cada sección irán descubriendo que es lo que hacemos.

9/7/09

Llegan los Hidalgos de las utopias


El tiempo es cíclico- dijo la aguja del reloj mareada de tanto girar. Y así es, el tiempo se mueve en círculos todo vuelve una y otra vez y como paso antes, la historia se vuelve a repetir, luego de un periodo culturalmente rico como fue la generación del 20', o el idealismo de los 60' aparece una gran depresión; he aquí en el punto exacto de la historia donde nos encontramos, en el comienzo de dicha depresión, en el inicio del nuevo Medioevo.

Si nos fijamos que glorificamos, que consumimos, nos daremos cuenta que tan escasos de cultura estamos, que faltos de idealismos, de rebeldía, veremos como hemos dado el brazo a torcer sin ni siquiera gritar una vez "Yo si tengo un punto de vista", "Yo si quiero expresarme" o simplemente "Yo si quiero aprender". El mundo ha encontrado el medio perfecto para silenciarnos, me niego a creer en una generación falta de ideas o de innovación, en una generación sin alma, prefiero creer que somos una generación silenciada, una generación que nació siendo ofuscada con basura sin profundidad alguna.

No podemos cambiar los tiempos a los que pertenecemos, somos los hijos del Medioevo pero si podemos mostrar que es lo que somos, que es lo que pensamos, como nos expresamos, puede que sin ideologías definidas a nivel generacional, cada uno tira para donde puede, pero si tenemos ideas individuales de valor, formas de expresión personales que pueden destacarse, visiones de la realidad diferentes a las ya preestablecidas.

Eso es a lo que apuntamos, a expresarnos, a dar nuestro punto de vista, a mostrar que nuestra locura tiene una razón y se expresa con profundidad a su manera, no somos la sombra de ninguna generación, nos definiremos nosotros por nuestros propios medios y le enseñaremos al mundo como mirar con nuestros ojos.
Los hijos del medioevo es un grupo de expresión, sin una ideología establecida, con el punto de arranque en común de querer expresarnos y sin un punto de llegada estipulado, una ensalada de frutas cultural en el que cada uno aporta como quiere y puede, en el que todos aprendemos de todos y todos enseñamos, un terreno donde crecen las ideas, las formas de expresión sin limite alguno.